En un bol añadimos dos hojas, o una cucharadita y media, de gelatina en polvo.
Seguidamente le añadimos 60 ml de agua bien fría y dejamos reposar durante 15-20 minutos.
Aprovechamos para preparar el caramelo. En una olla pequeña, añadimos el azúcar y 60 ml de agua.
Ponemos la olla a fuego medio-alto y sin remover, dejamos hervir hasta que llegue a una temperatura de 114º C (238º F).
Tan pronto llegue a esta temperatura, apagamos el fuego y añadimos el caramelo, con mucho cuidado de no quemarnos, a la mezcla de gelatina y agua, a la vez que mezclamos con una batidora eléctrica a velocidad media.
Tan pronto todo el caramelo este vertido y empiecen a formarse las burbujas, podemos subir la velocidad. Seguiremos batiendo hasta conseguir picos suaves, unos 10 minutos.
Vertemos la mezcla en una manga pasteleras con una boquilla redonda pequeña (yo he usado la #12 de Wilton).
Le damos la vuelta al brownie, pondremos los fantasmas en la parte inferior.
Y, sin esperar, empezamos a dibujar los fantasmas. A mi me gusta empezar en una esquina y dibujarlos mirando para todos lados. El truco para conseguir la forma es crear un circulo y a medida que vamos bajando para crear la cola, dejamos de hacer presión con la manga pastelera.
Dejamos en la nevera, durante 40 minutos para que se asienten. Pasado ese tiempo, ya podemos pintarle los ojos. Por comodidad, he usado un boli con tinta comestible, pero si queréis, podéis usar icing de color negro.
Ya tenéis un escalofriante brownie para este Halloween.