Añadimos la harina a un bol.
Hervimos el agua, le añadimos la sal y removemos.
Vigilando de no quemarnos, vertemos un poco de agua a la harina y removemos hasta que esta esté incorporada. Repetimos hasta incorporar toda el agua.
Seguidamente, empezamos a amasar la masa con las manos. Para no dejarlo todo perdido, os recomiendo empezar amasando la masa en el bol. Tan pronto esta masa pase a ser una bola, es hora de dejar el bol e ir a una superficie limpia.
Seguiremos amasando la masa durante unos 10 minutos hasta que la masa adquiera una textura suave.
Pasado los 10 minutos, dividimos la masa en 2 porciones a las que le daremos una forma cilíndrica alargada de unos 2 cm de diámetro. Cubrimos con papel tipo film y dejamos reposar 30 minutos.
Espolvoreamos un poco de maicena en una superficie limpia y dividimos cada cilindro de masa. Empezamos partiendola por la mitad y seguidamente a cuartos. Si es la primera vez que hacéis gyozas y quereis ir sobreseguro cortaremos cada cuarto en 3 porciones. Si tenéis un poco de experiencia trabajando con masas, podéis cortarlas directamente en 4 porciones.
Es muy importante tapar con un paño húmedo la masa que no estemos trabajando para evitar que se nos seque.
Cojemos uno de los trocitos de masa, le damos forma bola y seguidamente la aplanamos usando la palma de la mano. Usando un rodillo de cocina, extendemos la masa, seguidamente la giramos unos 90 grados y volvemos a pasar el rodillo. Esta es una forma de conseguir una forma circular. Repetiremos hasta conseguir una masa bien finita. Opcionalmente, si tenéis un cortador redondo de unos 8cm de diámetro, podéis usarlo y conseguir una circunferencia perfecta.
Guardamos la masa para gyoza en un plato. Para evitar que se pegue, os recomiendo espolvorear con un poco de maicena y cubrirlas con un trapo húmedo para evitar que se sequen. Repetimos con todos los trocitos de masa. Podéis reusar los cortes siempre y cuando se adhieran fácilmente unos a otros). Os deberían salir entre 32 y 40 unidades.