En una olla añadimos la leche, la mantequilla y el queso crema.
La ponemos a calentar a fuego medio removiendo hasta que el queso se haya desecho y la mezcla este esté a temperatura ambiente.Vertemos en un bol.
Añadimos las yemas de huevo y mezclamos.
Poco a poco, añadimos la harina tamizada, cuando este bien incorporada, reservamos.
En un bol añadimos las claras de huevo,
Usando un batidor de pie o de mano, empezamos a batir las claras.
Cuando estas tengan una textura espumosa, poco a poco añadimos el azúcar.
Seguiremos batiendo hasta conseguir un merengue de picos semi firmes.
Ahora viene la parte delicada. Añadimos un tercio de las claras de huevo, le damos unos toques para que se suelten y mezclamos con movimientos envolventes circulares
Añadimos un segundo tercio de las claras y seguimos removiendo de la misma forma para evitar desinflar la masa
Repetimos una tercera vez.
Añadimos la masa a un molde de 18 centímetros, si el vuestro, como el mío es de dos piezas, envolverlo bien con papel de aluminio para que no le entre agua.
Le damos unas golpecitos para liberar cualquier burbuja grande de aire.
Lo hornearemos al baño Maria, así que lo pondremos en una bandeja a la que añadiremos un par de centímetros de agua caliente.
Horneamos a dos temperaturas, primero a 100 ºC durante 65 minutos para cocer el pastel, veréis que este crecerá de forma lenta.
Cuando este este cocido, subimos la temperatura y lo cocemos a 160 ºC grados para dorarlo.
Una vez listo, lo retiramos del horno con mucho cuidado de no quemarnos.